sábado, 11 de julio de 2009

La palabra declamada o la recuperación del espíritu dionisiaco en la poesía actual (por Situco, aparecerá en el número 2 de Hilos de Araña)

The Dead Emcee Scrolls. The lost teachings of Hip-hop (Los papiros del Maestro de Ceremonias muerto. Las enseñanzas perdidas del hip-hop) es un libro de poemas y pequeños escritos publicado recientemente (2006) en los Estados Unidos por Saul Williams, uno de los jóvenes representantes del nuevo movimiento poético llamado Spoken Word. Con él alcanza la madurez, tras cuatro títulos, tanto en contenidos como en técnica formal este artista polifacético, que comenzó a escribir sus propios textos a mediados de los noventa, y constituye un valioso aporte en el desarrollo de la poesía contemporánea.
Su título es un juego de palabras (The Dead Sea Scrolls es como se conoce a los manuscritos encontrados en el mar Muerto en los años 40) con el que se sugiere el origen de esta nueva poesía en el uso ancestral de la palabra concebida como instrumento ritual y mágico tanto para el conocimiento como para el poder. Asimismo, a través de la referencia a las estrellas de rap asesinadas en los últimos tiempos (Tupac, Notorious Big) desea destacar la deuda de su poesía con la manifestación musical más importante de las últimas dos décadas, el hip-hop, que utiliza el discurso como instrumento solista frente a la trompeta, el saxo, el piano o la guitarra, a través de la figura del Maestro de Ceremonias (Master of Ceremonies, M.C., emcee), auténtico protagonista escénico, poseído médium, genuino chamán de la tribu.
Este libro en particular está formado por siete largos poemas, divididos en capítulos, y una segunda parte con otros poemas menores y pequeños textos subsidiarios de la primera parte. Tras una larga dedicatoria en verso, un pequeño relato autobiográfico, A Confession, que desvela el origen real imaginario de los siete poemas, hace las veces de una Introducción. La combinación entre información real y fantástica evoca las tácticas empleadas en La vida secreta de Salvador Dalí para descubrir la magia y la sorpresa de la propia realidad. Supone asimismo una disculpa para reflexionar desde dentro sobre el fenómeno del Hip-hop, la creación literaria, la comunidad negra, la sociedad americana en su conjunto, y reivindica, finalmente, el poder de la palabra como principal herramienta para cambiar el mundo.
Desde el punto de vista formal esta nueva vieja poesía popular se caracteriza por sus sencillas rimas, frecuentes aliteraciones, ingeniosos juegos de palabras, sus complicados ritmos y sus sorprendentes rimas internas. Son frecuentes las interjecciones, los apelativos, el lenguaje vulgar e incluso grosero, características que le dotan de un sentido callejero y cercano. Sus contenidos van desde la reflexión sobre el poder de la palabra y su reivindicación como arma para cambiar la sociedad, hasta la denuncia de la violencia física y social (el uso de armas, el poder de las bandas, la misoginia) y del dinero como espejismo de una falsa libertad en la sociedad (afro-)americana actual. Asimismo, se medita sobre la conciencia de clase, se denuncia la injusticia social que padecen los negros, y se reivindica el entendimiento entre razas como piedra angular de la construcción de una nueva sociedad americana. Siempre desde la plataforma de la palabra, de la discusión crítica y del respeto al interlocutor, y desterrando la violencia física y el dinero como herramientas para ello.
Pese a que pueda presentarse en forma de libro y ser leída en la intimidad, la verdadera naturaleza de esta nueva poesía es física y social: nace para ser declamada ante otros, y responde al uso ancestral de la palabra como un arma, como elemento de lucha, como instrumento mágico, transpositor de conciencias y estados anímicos. Hunde sus raíces musicales no ya en el blues y el jazz (hasta sus posteriores desarrollos, que desembocan en el hip-hop), sino también en actos, quizá más apropiadamente cabría decir actuaciones, de carácter religioso, en que destaca, como medio entre lo físico y lo metafísico, la figura del predicador, continuadora de la del chamán africano o americano, es decir, en la ostensión de las habilidades dialécticas en las reuniones sociales, en el uso de la palabra como un poder o un arma social, capaz de conmover y de transformar el mundo, idea, por otro lado, muy occidental y civilizada. En definitiva, frente al rumbo intimista, culto y refinado, plagado de claves y auto-referencias, dirigido al entendimiento de unos pocos iniciados, hacia el que deriva la poesía europea de los últimos tiempos, de las aceras de los barrios marginales surge esta nueva poesía hablada, gritada, sentida, social, popular y en ocasiones grosera, que se escucha en público, como un concierto musical, que abusa de las palabras vulgares y de los apelativos, que puede entender todo el mundo. Es una poesía cercana, y se escupe ante los semejantes; es una puesta en escena con palabras y temas de la calle. Es una banda de hip-hop sin instrumentos, en que sólo permanece la palabra. Por ello, es una poesía erigida sobre el ritmo acentual, donde la rima tiene una finalidad fundamentalmente rítmica y sobre el dominio del escenario y del público. Es una poesía que muestra la fuerza y el poder del discurso, que blande el sonido de la palabra. Sólo así cobra sentido el peculiar carácter competitivo de sus manifestaciones, como muestran los concursos slam y los desafíos o batallas verbales, en que los autores se atacan y defienden frente a la audiencia, (característico de las jam sessions musicales, por cierto), en contraposición a la figura pusilánime del poeta de la lírica occidental que muestra obscenamente sus debilidades. En definitiva, es una poesía dionisiaca por su carácter popular, festivo y ritual.

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